Tras la inesperada final de los 200 metros mariposa, donde el sudafricano Chad Le Clos sorprendió al mundo al quedarse con la medalla de oro, el legendario nadador estadounidense respondió con contundencia en los 100 metros, su prueba más emblemática.
Phelps, quien había
dominado los 200 mariposa en Juegos Olímpicos anteriores, debió conformarse con
la plata en esa competencia. Sin embargo, días después, Phelps volvió a
demostrar por qué fue considerado el mejor nadador de la historia.
En los 100
mariposa, Phelps desplegó su estilo clásico: conservador en los primeros 50
metros —donde giró en séptima posición entre ocho competidores— y letal en la
vuelta. Con una remontada espectacular, se impuso en la llegada con un tiempo
de 51,21 segundos. Con 16 brazadas en la ida y 18 en la vuelta, exhibió no solo
una técnica refinada, sino también una concentración total: nadó con elegancia
de principio a fin.
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